Imagina que toda tu vida ha transcurrido como
a veces pasa, sin que te hayas dado cuenta. No es que ya seas un anciano o
anciana, puede que seas adulto o joven, pero sientes que tu vida va muy rápido
y estás viviendo aburridamente.
Puede que suene raro, pero somos más
valientes para hacer lo que siempre quisimos hacer, cuando hemos estado al
borde de la muerte, cuando enfermamos gravemente o cuando tocamos fondo. Allí
es que nos preparamos psicológicamente para luchar o conseguir lo que tanto
queremos.
Haz una lista de todos tus deseos y anhelos,
luego proponte actuar hasta que cumplas con todos esos deseos.
Por otra parte, cada día puedes proponerte
hacer algo por tu prójimo. Una sonrisa, un saludo, una tierna mirada, un gesto
de ayuda, una enseñanza, un consejo, una buena escucha...hay tantas cosas que
podemos hacer por otros.
No perdamos el tiempo viviendo
aburridamente, no esperemos estar al borde de la muerte para tener la valentía
de luchar por nuestros sueños.
Y si estamos en esa condición, agradezcamos
a Dios que nos permite pasar por eso para ser valientes y vivir feliz, porque
cuando nos vemos en una “mala” condición nos sentimos forzados a realizar
nuestros sueños y los de quienes nos rodean, podemos encontrar la felicidad.